martes, 15 de octubre de 2013

Desalmidonando (con permiso de la RAE)


En esta casa los martes toca pesaje de tanteo. El peso oficial es el del viernes, pero a medio camino me peso para ver cómo voy y tomar las decisiones que correspondan.

Hoy la báscula me ha regalado un 77,5kg. Esto son 300 gramos menos que el peso oficial del viernes pasado. O sea, un subidón total!!

Yo siempre había pesado entre 55 y 58. Después del parto decidí no pesarme más porque el aumento de peso fue muy considerable. Además todo el mundo decía que con la lactancia una adelgaza aunque no quiera, pero a mi la lactancia me daba un hambre atrozzz, así que de adelgazar, nada. El resultado es que no me volví a pesar hasta que decidí que había llegado a un límite intolerable y me puse a dieta, por primera vez en mi vida.  Hice la dieta de los puntos, pero sin las reuniones (que creo que son una parte muy importante de ese método). Me sirvió las dos primeras semanas, luego me estanqué y lo dejé. Fui probando otras dietas y las fui dejando, asumiendo que el sobrepeso estaba aquí para quedarse. Hasta que pasó lo que cuento aquí, la típica anécdota de que te preguntan si dan por hecho que estás embarazada. Eso fue en septiembre de 2012 y pesaba 82,3kg. Ha pasado un año y sólo he perdido 4,8 pero la verdad es que no me lo he tomado tan en serio como habría debido.

Total, lo que os iba a contar es que este fin de semana vi a dos amigos a los que hacía dos meses que no había visto (no los vi juntos, ellos no se conocen). Ella estaba la mitad de lo que era. Él no tanto, pero también se le notaba un cambio. Les pregunté qué habían hecho y los dos me respondieron lo mismos: habían eliminado el gluten y el almidón (o sea, pan, pastas, patatas y arroz). Poco más. No pasan hambre. No cuentan calorías ni puntos. No se machacan en el gimnasio. Dicho así parece fácil, pero a mi, en el día a día, me cuesta quitarme el pan del desayuno o el arroz de la cena (ADORO el arroz). Pero he decidido que merece la pena intentarlo. Si ellos han podido, yo también. Me queda pan en casa para dos o tres días (es integral y casero). Cuando se acabe, no voy a hacer más y voy a sustituirlo en el desayuno por huevos y fruta. Y a ver qué pasa.


sábado, 12 de octubre de 2013

Paranoias





Éste es el vestido que me he comprado para la boda de mis amigos (la de la foto no soy yo, es la modelo de la tienda de ropa). Me gustaría decir que es de la talla 42, pero todavía no. Ha tenido que ser la 44. Mi madre tiene un bolso que le va que ni pintado, así que me lo presta. También una chaqueta negra con un broche con forma de flor azul. Sólo me quedará comprarme unos zapatos (y bien pronto para empezar a usarlos y que no me torturen en la boda).

La pena es que ahora se me ha metido en la cabeza que este mes no puedo adelgazar, porque si no el vestido me quedará holgado y se verá feísimo. ¿Se me va o no se me va la pinza?


viernes, 11 de octubre de 2013

Adivinen quien ha vuelto

Si Tara Lynn está estupenda ¡yo también puedo!

Pues yo, que parezco el Guadiana, joder.

Estoy de nuevo en Madrid, cogiendo un poco de rutina (pero no mucha, que a mi me gusta la variedad y la improvisación). Por suerte tengo mucho trabajo y del que me gusta, así que no me puedo quejar.

Lo que no va tan bien es lo otro, de lo que va este blog. La Operación boda ha sido un fracaso absoluto: quería pesar 63 quilos a principios de noviembre. Sólo falta un mes y ¿sabéis cuánto peso? 77,8. ¿¿A quién quería engañar??
Claro que cuando la buena noticia es no haber subido de peso, es que algo está yendo muy mal. No tan mal como si hubiera subido, pero vamos, que no era el plan ¿no?
Éste es el estado de la cuestión:
Peso de inicio: 79kg (en julio)
Peso anterior: 78kg (en agosto)
Peso actual: 77,8 (hoy, en OCTUBRE. OC-TU-BRE)
Cierto que las medidas van mejor: de una cintura de 104 cm he pasado a 98. Algo es algo. Y además, se nota, porque hay gente que llevaba un año sin verme y me lo ha comentado.
Lo que me alegra enormemente es que ya no tengo esos ataques de ansiedad y que ya no recurro a la comida ni por aburrimiento ni por nervios ni nada que no sea lo debido. El azúcar prácticamente es historia, la bollería LO ES, el gluten está muy reducido y cada vez como más verdura.
La cuestión es que me toca comprarme el vestido para la boda y no es para nada como lo imaginé. ¿Será éste el golpe definitivo que me haga poner las pilas de una vez por todas? A verlo...